miércoles, 19 de noviembre de 2014

Año 2014. 10 de octubre

I
        Un fantasma de lo que vi, solo de un fantasma, que asusta, vas y vienes pero no vuelves,  yo solo siento, me siento ciega y solo me siento.

        No le sonrío, no le huelo, no me toca.

        Vuela, se desliza por la espalda, hablo y no me oigo, hablo al aire, no hay aire que responda ante mí, que te responda, que vaya y vuelva y te traiga en su vuelvo.

        Se desliza sin tocar el suelo, se escurre, soplo  no llega, aspiro y suspiro, por lo que no viene a suspirarme, a respirarme.


II
        Salí de la habitación y comprobé que no necesitaba oxígeno para respirar. Salí a desnudarme. Mi ropa empezó a desvanecerse, los rayos del sol evaporaban las pocas lágrimas que quedaban. Mi cuerpo se calentaba con el sol, el aire frío erizaba mi piel, los ojos se entreabrían lentamente pero el sol los volvía a cerrar.

        Elevé mis manos tocando la luz, escapándose los rayos entre mis dedos. Una brisa un poco más fuerte llega hasta mí. El frío se entrelazaba con el sol y este viento me adentra en la vida, entra y penetra por mi cuerpo adueñándose de mí, me lleva y me sube, levito.


        Olvido el suelo que ya no piso, olvido la habitación que me ocultaba y la puerta que rompí al escaparme. Olvido los fantasmas. Olvido respirar, me olvido hasta de mi misma.

Año 2013. Diciembre

07/12/13 
I

        Tengo que decirte que no estoy, llamas a la puerta y no abro. Escucho el toc toc de tus nudillos, pero estoy tirada en la cama encerrada entre otros sonidos. No te escucho gritar mi nombre, no te escucho llorar, no te escucho chillarme, no te escucho ya.

        Te dejo una nota por debajo de la puerta, puedes leer: no estoy en casa.

        Y me siento en el suelo esperando contestación, me siento y suspiro, me inquieta tu respuesta. Tengo miedo de dejar de escuchar tu voz tras la puerta, dejar de escuchar tus toc-queteos.

        Pero un papel entrar en mi habitación. No entiendo la letra. O más bien no entiendo la expresión. No entiendo la complicidad de la frase. No entiendo qué significa. Son palabras sin sentido para mí. Creo que no quiero entenderlo.

        De repente el silencio y yo estamos a solas. No quiere hablar conmigo. Juega con mi sufrimiento, le divierte mi ignorancia, que se convierte a cada minuto en imprudencia. Una mezcla de impotencia, imprudencia, intriga, inquietud... todo se suma en mi ser.


07/12/13
II

        Sentada en el suelo respiro y suspiro y aspiro y me dejo caer hacia atrás. Observo el marco de la puerta. Lo sigo hacia arriba y hacia abajo. La sencillez del marco me produce una envidia enfermiza que me obsesiona. Oigo pasos hacia derecha y izquierda, y no son los tuyos. No me lo parece. Me asusta pensar que en un arrebato de deseo y egoísmo rompas contra ella y se caiga. Me sosiega saber que no tienes fuerzas hoy, no puedes, una simple puerta te corta el paso, me noto tranquila, ya solo cierro los ojos. Escucho pasos que se alejan.

        Hay otro papel que ha traspasado por debajo mientras me dejaba aterrorizar en mis pensamientos. No hay nada escrito. Es un papel en blanco.

        Me paralizo como otras veces sin pensar en lo que pudiste haber escrito. Y lo que no pudiste escribir. En lo que preferiste no decir. O simplemente que no tenías nada más que decir. Un adiós es la nada. Y lo es todo. Supongo que es en lo que pensabas mientras rompías de tu cuaderno esa hoja vacía.

        Esa última hoja es el reverso de mi libro, de tu libro.


08/12/13
III

        Sigo esperando tras la puerta cerrada. La luz de pasillo se ha apagado y no se escucha más que el silencio sepulcral. Y si, sepulcrada me hallaba sentada sin fuerzas para mirar si realmente no había nadie. Tenía la esperanza en vano que estuvieras a lo otro lado esperándome con las mismas esperanzas de un desesperado para abrirte la puerta como yo de que estuvieras. Ninguna. Pero con miedo de estar equivocados.

        Miro a mi alrededor. No sé que estoy buscando, pero algo. No veo nada que me haga levantarme. Delante sólo tengo la puerta. Si me muevo de aquí, quizá te vayas. Si me muevo, pasará el tiempo, te convertirás en un antes y habrá un después. Me gusta este momento, me intento engañar creyendo que estas ahí sentado esperando. Si me levanto confirmaré tu ausencia indeseada.

        No puedo quedarme aquí parada. Tengo que moverme. Sin levantar los pies, intento avistar por debajo de la puerta si reconozco al menos tus zapatos. Nada.

        No sé qué hacer. No quiero hacerlo. Me levanto y pienso otra vez. Me paro a escuchar, no oigo nada. Se me acelera el pulso y mi respiración disminuye. Trago saliva y tiempo. Un escalofrío me despierta y mi mano se dirige al pomo.



29/12/13
IV

        La luz que se veía por debajo de la puerta se desvaneció de repente. Creí que te habías ido y usé la valentía que sentí (o quizás fuera curiosidad) para aclarar mis dudas. Cogí el pomo con decisión, la que se disipó al escuchar de nuevo mi corazón acelerarse y al no oír mi respiración. No se que esperaba ver.

        Abrí. Mis ojos siguieron el semicírculo que hacía la puerta en su eje. Poco a poco bajaba la mirada hasta llegar al suelo y mirar hacia la entrada.

        No te encontré. En tu ausencia había una tapia de piedras estratégica e inoportunamente colocadas bloqueando el paso. No me dejaba salir corriendo tras de ti. Vuelvo a quedarme sin saber que hacer. ¿construiste tu ese muro?

        Lo miro y lo todo, cada piedra, pensando que quizás cada una de esas es cada trocito metafórico de tu corazón. Es posible que fuera eso. Bloqueas para no acercarme a ti. Estudio el muro como si de arquitectura griega se tratara para averiguar cómo derribarlo.

       Tiro de una piedra pero no se mueve. Me propongo insultarlo, ni siquiera vibra. Pedirle por favor que se caía. Sigue inmutable, impenetrable.


        Termino por derrumbarme yo ante él. No podía deshacer aquel muro. Me arrodillo y sentada sobre mis piernas. Recuerdo cada palabra que nos dijimos, cada suspiro y cada mirada, cada silencio y cada espacio carente de letras.

Año 2013. 27 de diciembre

        Hoy volvió a mí como un relámpago, como la tormenta de verano, es un granizo que cayó en tierras áridas que arrasa con toda esperanza.

        Hace tiempo la esperanza vagabundeaba en estas tierras buscando el manantial rejuveneciendo, un puente donde dejarse caer, y no desvanecerse con lo poco que pudiera quedarle de vida. Murió.

        Hoy volvió su espíritu lánguido. Dónde estuvo, a dónde fue, hacia dónde intenta deslizarse sutilmente entre los dedos hoy. 

        Ha pasado por aquí, ha firmado sentencia y se ha ido. Final de su bulevar de sueños rotos, trenzados a medio pelo.

AÑO 2013. 27 de noviembre

        Subo la manta hasta la nariz, abre una ventana, aparece una imagen. Ahora subo el volumen. Abre dos ventanas, una imagen distinta, un sentimiento distinto. Las miradas dicen cosas opuestas, las dos bocas se alteran, me turban, las confundo.

       Me desnudo, en silencio me quedo. Tranquilidad e inquietud me acompañan a cada lado del salón. Y discuten, vuelen a enloquecerme con su locura constante, intermitente. Y solo quiero volver a volver.

        Nadie me libera, nadie me paraliza. Coordino mis pies de plomo con mis alas de pluma. Sobrevuelo los escombros que dejé y abandoné y que no quiero volver a abrazar.


        Inquietud y libertad me da las alas. El plomo de los pies, la calma y la seguridad del asedio.

Año 2011. 25 de diciembre

        Han pasado meses y aun sigo sin poder explicarme, hablarme de mí misma. ¿Cómo lo hacen aquellos que no pierden a sus musas? o simplemente, los mejores escriben acerca de la angustia de perderla y lloran tinta en un papel cuando la pierden.
Solo creo que no está, que se fue y no volvió, me abandonó y me dejó seca, sin sangre y sin vida que recorran mis manos y nos deleiten en un folio en blanco.

        Se fue y sigue perdido, se fue y me perdí siguiendo unas huellas en la orilla del mar, viene una ola y se van con ella, las pisadas continúan adentrándose... Recordé que deje caer la última lágrima por aquí, creo que se me perdió, creo que me la robaron, e insisto en que la encontraré porque aquí tiene que estar, debe estarlo, entre la espuma, era agridulce, es fácil encontrarla, tengo que hacerlo, devolvedme mi lágrima, era mía, la necesito. Si alguien la encuentra, por favor, tráedmela. Mi alma se alimenta de ellas y ya no me quedan más.


        Sin más. Sigue sin aparecer, ni mi lágrima ni mi "muso" ni nada que acierte en darme vida, en darme sensación de vivir, vuelvo a no querer, vuelvo a simplemente mirar, sin desear, solo esperar ver. No tengo razones para querer morir, pero lamentablemente, tampoco tengo razones para llorar.

Año 2011 Agosto

¿Por qué escribes?

        Escribo para mí, escribo para olvida, para recordar, para no pensar otra vez, para decidir qué hacer, para preguntarme y responder.
        Escribo para días como hoy. Escribo porque así te despido te instalo en mi cabeza tan fácil como la desmonto. Días como hoy, que me inhundo por ideas por pasiones que fluyen por mi mano hasta llegas a la tinta de la pluma y rodaran por el papel como lágrimas por mi mejilla dulcemente amargas.
        Después de ser abandonada por mis sentimientos, me siento redimida, vacía pero no vaciada ni renegada ni desamparada, ni todos esos adjetivos que suelo sentir antes de escribir.



        Viva, me siento con vida y más aún al rellenar este papel en blanco. Escupir mi historia me da vida, me da a libertad que arrebata el mundo dogmático y simplemente escribo porque puedo.

Año 2011. Agosto.

        El asalto ¿final? ha vuelto. Las deudas caladas esperan desesperadas y otro pacto quebrado vuelve a estar abandonado en un eterno pesimismo agónico, no puede evitarlo, los disturbios de moda asolan la tranquilidad rota bajo la sombra a la espera de poder elegir caerse en otra segunda ocasional aparición, en otro mundo imposible.

Año 2011. 18 de agsto

        A veces dudo y me perjuro no volver a hacerlo. Puro egoísmo que nace de tu alma, que me ataca en tus palabras, llevaderas convulsiones de tus pensamientos, atentando contra nuestras esperanzas. Renuevo la razón, renuevo la inspiración de volver a remendar lo ya hecho sin futuro ni aliento fulminante que termine esta locura, que nos enloquece en la poca cordura que pueda quedarnos.

        Sin remedio, escupes tus palabras de aislamiento que parecen revelar la falsedad de todo esto, donde nada fue verdad, donde nada de esto es cierto y miento si digo que lo entiendo.

        Difícil es comprender que pretendes proteger con tanto prejuicio sin juicio que te envuelve en tu burbuja de plástico sin oxígeno, que poco a poco ira ahogando la poca lucidez de las palabras que aun te quedan por decir-me.

        Apuestas por la calma que un día mi alma obtuvo y que perdió, por las oscuras golondrinas que volverán a mi balcón, por tu paz interior que necesitarás en tus noches más largas. Apuestas que mis lágrimas son de felicidad o quizás de una triste y solitaria soledad, ¿quién sabe? Quien sabrá donde se guarda la mentira y la verdad si es un bolsillo o en un cajón del armario perdido del desván.



        Distraído, andas ausente entre mala gente te pierdes y a veces pareces no volver, simplemente. Querer salir de allí corriendo sin nada que perder sin nada que decir ni hacer, parece un imposible para ti.

Año 2011. 27 de mayo

Jodidamente frustrante
        Obliga a serlo también
        Ensilla con tu talante
        Lagunas de pura hiel
        Alborota los sentidos
        No hay esperanzas en pie
        Después se quedan cohibidos
        rarezas que pudieron ser,
        espíritus tan perdidos
        sin saber amanecer.
        Larga es la espera
        ligada está a su deber.
        Orgullo ayuda a su vera
        refugio en el que nacer
        Está absorto en las rarezas.
        Tiritan muy cerca de él
        Volando pasa la vida
        arraigado en soledad.
        Ríe ya que aún vacila,
        gritando a la libertad
        arrullo de la mentira,
        susurro de la verdad.

Año 2011. 27 de mayo

        Subiste al altar en el que yo te alcé, subías por una escalera de cristal que forjaste con sueños, titubeaban inconscientemente, inocentes, confiadas en algo que no conocía ignorando el verdadero suelo en que se apoyaban. Pero no te percataste de su frágil delicadeza. Más ausente a cada escalón, tu corazón solo se sustentó de esos sueños, de esos días que nos deseamos, o nos sonreímos pero no quisiste ver lo que significaba subir hasta el final.

        Llegaste y nos tambaleamos pero tropezaste con mi torpeza, perdiste el equilibrio tan fácilmente, y caíste, ahora temes a las alturas. Yo seguía esperando a que a menos te levantaras. En vez de eso te diste la vuelta sin mirar a esa escalera como si del golpe hubieras perdido la memoria y nada recordaras, ninguno de los escalones subidos, ninguno de los minutos vividos, ni apenas segundos pasaban por tu cabeza.

Año 2011. 25 de mayo

        Todo es efímero. Todo llega y desaparece como un suspiro. Viniste lenta y cuidadosamente a mí, poco a poco te dejaste conocer, poco a poco me conocías, y cada día te acercabas más. Los dos ignorábamos lo que hoy podemos recapitular. Nadie se imaginó el punto en el que estábamos. Desaparecidos.

        Pasaba el tiempo y cada vez era más apetecible tu compañía en alta horas de la noche, se convirtieron en nuestras las madrugadas. Cierto era que mi cuerpo aún pertenecía a otro hombre y mi corazón a otro corazón pero tu fuego me borraba con cada palabra todo sentimiento e indagaba en mi más profundo pensamiento para desbaratar, descuartizar, desmoronar cualquier antiguo recuerdo.

        Con miedo asomas la cabeza como siempre has hecho y observas como serían un futuro tan inesperadamente cercano. La vista hace ver más si se quiere. Teníamos todo lo que en ese momento deberíamos tener, no más. Quizás porque no se nos dio más tiempo para tener algo que nos faltaba.

        Solo al cruzar las miradas supimos qué podríamos llegar a tener. Le robaste lo más preciado a un hombre, su amante, la hiciste tuya, dejó de ser suya mucho antes de saberlo. Solo necesitaste una prueba para saber que tenías vida, saciar tu sed, conmigo pudiste todo. Me deseabas y me hiciste tuya. Ahora mi cuerpo y mi alma solo quieren estar donde esa tarde estuvieron.

        Desde ese día no he olvidado cada segundo, cada minuto. No puedo olvidar nada de lo que pasamos. Decidiste ocultarlo y no tenía más defensa que mi desargumentada negativa. No tenía más explicación de cómo unos días antes estuve en sus brazos y hoy ya no era de nadie. Quise gritar todo lo que debió saber. Pero me lo impediste.

        Días después, me dejaste susurrar cuanto nos amábamos, eso tuvo que bastar si lo relevante fue aquella semana.


        Él no se dejó vencer por tal postura tan niña y cobarde. Me venció a mí, a nosotros. Te perdí por un descuido. Algo tan insignificante tuvo un efecto similar a un tornado. Llegó y con todo arrasó. Ahora solo quedan las astillas de la casa que construíamos.


        Me preguntas cómo pretendo demostraste lo que te extraño si sustituí tus brazos por los suyos.

Año 2011. 23 de mayo

        Anoche estuve contigo, te abracé y me besaste. Me asusté, creí que era una broma pesada de mis imaginativas pasiones. Me volviste a acercar y me agarraste fuertemente.
       Con desconfianza, te mire a los ojos para ver tu resignación. Tragaste orgullo y yo vergüenza y nos besamos.
        De pronto te soltaste de mi cintura a la que dulce y firme te aferraste segundos (o quizás minutos, no estoy segura) antes.
        Huí. Temí la cruda realidad. Rompí el halo de esperanza que me rodeaba con una sola mirada de desperdicio tuya.
        Huí de ti, de esa mirada y de cualquier abrazo, esos que antes eran una vida, ahora son cuchilladas.
        Cada roce dolía. Huí y corrí. Me escondí inútilmente de ese sueño. A la vuelta de todas las esquinas estás tú, cada paso que doy es un avance hacía el muro contra el que me doy. Dijiste hasta nunca, y eso es mucho tiempo.

Año 2011. 27 de febrero

        Tiempo. Esa es la palabra más temida. Cuando ves que te come, que no te deja ver más allá del minuto que esté pasando, cuando no te deja planear porque no tienes días donde colocar tus planes.
        Eso es lo que sentí yo en aquel instante, vi cómo el tiempo se lo llevaba, cada vez más lejos de mí. Corría pero no podía alcanzarle, algo sujetaba mis pies, algo los pegaba al suelo, mi cuerpo estaba inmovilizado como una estatua petrificada pero mis ojos seguían sus pasos, y aunque quisiera, tampoco podía llamarle, mi voz se la llevaba el aire en un suspiro suyo. Me empequeñecía con cada mirada, esa mirada que envuelve en la oscuridad de sus pupilas. No podía creer que todo en una noche se acababa. Me mirabas, feliz, o al menos con tu sonrisa, tímida; y con tus ojos, que hablan más que callan cosas que tus labios encubren con soplos. Cada vez más lejos y yo cada vez deseándote más cerca. Veía como a cada paso tuyo, la capa que antes no existía, se hacía más gruesa y opaca, hacía que dejara de verte y, a tu favor, dejar verme tú.


        Cuando volví a recordar, me encontraba en un lugar oculto de todos, su olor estaba rodeándome. Sus manos calientes protegieron las mías, frías como siempre, durante unas escasas horas; mientras, miradas furtivas se le escapaban  por el rabillo de sus ojos intensamente nocturnos para observar, exactamente, no sé qué. Mi sonrisa se escondía en mi interior, sabíamos que una sonrisa no solo significaría una sonrisa humilde. Sabemos tantas cosas sin decirlo que se nos acaban las palabras y hablamos banalidades, queriendo evadir conversaciones que algún día tuvimos que tener y no tendremos.

        Felicidad. Es la palabra más necesitada. Y en ese momento la teníamos, era esencial tenerla entre nosotros. Quizás no era el hecho de estar juntos. Sentíamos la necesidad de ser felices en ese instante. Una felicidad que solo se nos dio al compartir nuestros secretos más ocultos a alguien y confiar en que seguirían siendo secretos.

        De repente, llegó la hora y huyes, huyes como si escaparas de una verdad que saldría a la luz de haberte quedado, pero que sin embargo está mejor enterrada. Te vas tan corriendo que apenas escucho un “adiós. Me veo impotente sin poder saber qué piensas realmente, te conozco, por eso sé qué siempre esconderás algo, siempre guardarás lo más íntimo en tu profundo ser, sin dejarme nada de eso a mí. Me quedo inquieta, quieta, viendo cómo te escabulles entre sol y sombra, sol que me deslumbra y la sombra que te cobija, es tu única defensa.

        Asomas la cabeza y cuando notas que alguien te ha visto vuelves a esconderte, a refugiarte en esa máscara que dices que he roto. Pero no. Todo en un segundo se esfuma, horas de conversaciones imprudentes, relevantes, profundas, íntimas, entretenidas... haces que desaparezcan, o peor, las transformas en una fantasía, en un sueño sin ninguna base.

        Te he ofrecido la oportunidad de ser libre, de escapar, andar hasta donde tus pies aguanten, he intentado llevarte en una dirección, a mi lado, pero te has equivocado conmigo y ahora te equivocas de camino, te escurrirás entre maleza, andarás por arenas movedizas y no estaré para ayudarte.


La felicidad que me aportabas, la destrozas al dudar, al necesitar tus límites.

Año 2011. 12 de enero

Y resurjo de las cenizas que terminaron ahogando las penas; y así el alma renueva su vida volviendo a ser quien creía ser en tiempos de divina falsedad, donde algunos creyeron ser quienes son y otro prefirieron fingir que no lo sabían.

Año 2010. 13 de diciembre

"Dame tiempo y te daré la vida - le dije a la muerte. "

Hablando con unos amigos en clase, a uno de ellos se le ha escapado una frase que he reformado. Cuando eres pequeño tienes una imaginación impredecible, ganas de ver mundo y de ser mayor. Cuanto más creces menos ganas tienes de eso y más de volver a la mágica inocencia que hacía que romper un plato fuera algo gracioso para tus padres, éramos unos idiotas.
“Cuando tienes 18 años tienes ganas de comerte el mundo. Pero es ya tarde cuando te das cuenta de que el mundo es una mierda y le has dado un mordisco.”
La ilusión se va perdiendo y lo que te queda es la una rutina que asfixia más y más a la vez que va aumentando la edad.

No sé si esto que vemos es lo único que nos quedará en realidad, ni sé si esto es solo la visión futura que me produce el presente. Proyectamos ansias de vivir, sin embargo, en lo más profundo buscamos felicidad ya que vemos que se nos acaba el tiempo. Nos quejamos de eso, del tiempo. ¿Cuánto queda? ¿Hemos llegado ya? ¿Cuánto dura el examen? ¿Cuándo nos dan las vacaciones? ¿Cuándo terminan? ¿Cuánto queda de curso?...
Y no nos damos cuenta de que así es cada año, que si cambian estas frases serán a: ¿cuándo me pagan? ¿Cuándo mis horas libres? ¿Cuándo las vacaciones?

¿No veis que nos cierra el círculo de vida? Eso es tan evidente para todos que inconscientemente buscamos una salida, y nadie se quiere dar por aludido cuando digo que nadie busca a nadie, solo una ‘autofelicidad’.

Año 2010. 12 de diciembre

“Cuando un tonto sigue una vereda... la vereda se acaba y el tonto sigue."

Hoy he intentado hablar contigo, pero no he podido. Cuando ya me armé de valor, te fuiste.

No sé para qué en realidad, solo quería saber.

Quería saber si me echaste de menos después, y durante cuánto tiempo.

Quería saber si tardaste en olvidarme o si aún me recuerdas.

Quería saber si tienes en la cabeza aún esos recuerdos nuestros, tal y como eran las cosas y no como terminaron.

Así es como lo recuerdo yo, pero me duele recordar cuando empezó el final.

Te llevo arrastrando desde entonces.

Dime si creíste que nuestra amistad no era como las demás.

Dime si creíste que solo por nuestro orgullo se rasgó algo tan duro como el diamante.

O simplemente no digas nada, como siempre. 

Año 2010. 19-20 de noviembre

I

Anoche cuando mi novio me llamó borracho a las cuatro de la mañana, me puse a pensar por qué la gente bebe hasta perder el sentido. Los niñatos de hoy menores de 16 y mayores de 10 beben, Fuman y follan como los reyes del lugar, como si fueran los pu(t)ros expertos en la materia, ¡por qué lo hacen? ¿Son tan vacías sus vidas que necesitan alcohol para llenarla? Su vaso está medio vacío y lo rellenan hasta rebosarlo de alcohol. La gente bebe porque uno de los efectos más clásicos es que te inhibe de la realidad, por lo tanto haces cosas que estando sobrio jamás harías. ¿Qué es eso tan importante que bebes para poder hacerlo peo tan irrelevante que siendo consciente de si mismo y de  sus actos no se hace? ¿El mundo se ha vuelto tan cobarde? ¿Cuánto más crecemos menos maduros somos? ¿Por qué solo a los niños y a los borrachos se les otorga el honor de sinceridad ante todo? ¿Son dignos de llamarse verdaderamente sinceros? ¿Acaso son ellos los que dirigen el mundo? ¿O los que gobiernan cada país o cada casa?

II

¿Qué llega a hacer pensar a las personas que la vida no es más que sufrimiento? ¿Cuál es el límite para soportar el dolor? ¿Qué hacer si sólo queda poder quedar con esa persona odiosa? ¿Hasta qué punto puede llegar a aguantar el ente en vida?

Año 2010. 22 de septiembre

En algunos momentos de la vida piensas para qué estás en el mundo. Se te vienen a la cabeza las preguntas existenciales.
Pienso en momentos que más tarde añoras, pero ahora no le encuentras ningún sentido.
También los momentos que gane el efecto contrario y sin saber por qué te hacen sentirte la más infeliz, desearías que volvieran otros tiempos, tu razón te lo implora; pero de verdad se puedes volver a una historia que se dejó morir por los protagonistas? Dolorosamente me parece que no creo en la resurrección. Siempre que regrese algo no volverá de la misma forma en la que se fue, es la ley de la alquimia.
¿Qué te queda cuando lo has perdido todo? ¿A dónde vas si no tienes hogar donde volver? ¿Con quién andarás si no tienes alma que se te una?
Cuando crees estar solo, ¿qué has de hacer?
¿Cuándo la vida te da una hostia y sabes que te mereces dos?
¿Cuándo amas la peor vida que has podido elegir, y a cada paso que das las espinas te enamoran más?
¿Y si no quieres volver? Implica muchos cambios, otros cambios que pueden no ayudar, sino que además pueden destrozarte un poco más, el hecho de intentar volver a cambiar, el dolor de dejar lo que tienes por poco que sea (siendo valioso como tu vida), además del valor y la fuerza que tienes que emplear para dejarlo y volver a empezar.

Comprendes que la vida que ahora llevas, el pedazo de cielo que tienes es tu vida, sabes que por muchas equivocaciones que haya por medio, ha salido de tu cabeza. No sigues las leyes de nadie, ni de aquel que creó aquellas que dictan tu felicidad, por las que hasta ahora te has guiado, sencillamente, dejaste que tu corazón y tu mente hicieran un trato para contigo mismo. No sé quién manda de los dos y quién se amolda, solo sé que eligieron entre ellos, no sé quién ganó la disputa. Si estoy aquí, es por ellos, no creo que haya un plan, solo una idea. El pasado pasó, por mucho que duela admitirlo si algo de ahora no te gusta, escríbelo, sabrás la razón de su existencia, sabrás por qué no te agrada, conocerás hasta el fondo y sola te saldrá la solución.

Año 2010. 23 de marzo

Otra tarde más. Otro día sola. Otro sol sin disfrutar. La luz entra por la ventana. Miro; el cielo parece abandonado, ni siquiera las nubes: huyen. La infinidad del cielo no se encuentra y solo el sol lo limita. El día es perfecto. Pasa una brisa que se cuela en la habitación, es suave y fresca, pero a la vez tan cálida. La luz que penetra por los cristales me da en la cara, pero es cariñosa, y su calor solo me acaricia las mejillas, no araña. Mis ojos se mojan para darle envidia a este día tan tosco. Cierro los ojos pues solo consigo rencor. Abro los ojos de nuevo, pero sigues sin estar aquí. A pesar de este día tan agradable y jocoso, tu ausencia lo amarga.

El reloj deja correr sus agujas a la vez que deja escapar el sol por detrás de los edificios más lejanos. El rosa del atardecer me alcanza y llega un soplo de aire no tan seductor que ahora me va helando. Cierro la ventana cerrando así una escapada de mi esperanza y abriendo la ventana de mi imaginación.


Me pongo a imaginar cómo será el reencuentro. No recuerdo cómo fue la última vez que te vi. Intento revivir cuándo fue y dónde nos despedimos. No quiero pensar qué diremos, qué haremos después. Me da miedo hablar contigo, descubrir qué será de nosotros. ¿Qué pasará más tarde? ¿Estaré contigo mañana? ¿Volveré a verte a mi lado? ¿Estaré arropada por tus brazos o nuevamente, y siempre, por esa brisa gélida?

Año 2010. 10-11 de enero

El vaso está medio lleno.
Bebamos para que no se colme el vaso.
Bebamos para volvernos más lúcidos,
translúcidos con el tiempo.
Bebamos más y bailemos.
Soñemos danzando entre sueños perdidos.
Soñemos que somos eternos, en vano,
siendo, danzando, bebiendo.

Año 2009. 1 de noviembre

El aroma de tu rosa que dejaba impregnar
la habitación con imágenes de tu cuerpo
se va desvaneciendo,
como los días a tu lado
que rápidamente abandonas, lejos de mí.

Año 2009. 19 de octubre

I
Despertarme por la mañana;
buscar entre las sábanas, a ciegas;
abrir los ojos, medio dormida,
para no encontrar nada;
chocar con la realidad.
Y tu cuerpo, tan cálido,
no está a mi lado.
Es desesperante.
Me da frío.

II
Como creyendo en mis mejores sueños –dormir para despertarme contigo- me despierto y apago el despertador. Pienso en que me tengo que levantar. Son las 7:30 y ya es la hora de irse a clase. Me entristezco porque te dejo ahí, adormilado. Te observo mientras duermes en mis cinco minutos de ventaja. Te dejo dormir. Me voy vistiendo muy lenta y cuidadosamente sin hacer ruido. No quiero despertarte. En realidad, no quiero despedirme.

Abandono la habitación mirando como finges dormir y dejo la puerta entrecerrada; ésta rechina y me río porque te has movido hasta el borde de la cama. Desayuno pensando en que ojalá te levantes y comas en frente y verte con miradas inocentes. Pasa el tiempo y no hay suerte; terminará y me iré, cuado vuelva no estarás.

Son las 7:44. Sigo con mi rutina mañanera. Me cepillo el pelo y pienso en ti, a dos metros del baño, acostado, semidesnudo, en lo bien que estaría acompañándote. Un frío látigo recorre mi espalda al mirarme al espejo y recordar lo que debo hacer.

Ya son las 7:55. Aligero mi aseo matutino y aparezco en mi habitación de nuevo, esta vez para despedirme. Te doy el beso que te dice adiós y te das cuenta de que nos vamos a separar ya.

Te levantas tan rápido como tu sueño te lo permite y me acercas a ti. Torpemente, me haces sentarme, dándote la espalda. Me giras y te acurrucas en mí. No hay palabras, no hacen falta, solo caricias; es más que suficiente.

Tu aroma se pega en mi ropa y penetra fuerte y dulce por mi nariz. Sentada en el filo de la cama miro tu cuerpo, lo recuerdo el día anterior, debajo de mí. Desnudo total. Escalofríos. Recuerdo cada mirada, cada beso, cada caricia, cada expresión… todo, tantas sensaciones. No quise que acabara. Nunca quiero.

Pero ya es por la mañana y no hay tiempo para los recuerdos. Ya no. Son las 7:58 en mi reloj. Se comporta como indeseada señal de despedida. Tu cabeza está apoyada en mi pecho, descansado. Se acerca a mí cuello, un beso en la nuca que me estremece. Tus labios rozan mis hombros y quieren ir más allá, quieren regresar a la noche igual que yo, pero ambos sabemos que no hay tiempo.

Mi mente se escapa. Mis ojos bajan la mirada recorriendo tras mi mano poco a poco cada parte descubierta de tu cuerpo que la noche anterior con tanta pasión y desenfreno besé. Cada parte de tu cuerpo que me hace escapar. Recuerdos. Sólo pensar que doce horas antes estábamos apenas cubiertos con una fina sábana besándonos, olvidando el tiempo que ahora me ahoga. Se me acelera el corazón pero tengo una obligación. He de recordarme que tengo que ir a clase.

Respiras a mi lado, tu aliento tan adictivo impide que me vaya. He de irme. El tiempo se acaba. Son las 8:01 a.m. Me levanto y dejo vacío el hueco al que te habías amoldado. Te tumbas y te duermes.

Yo cierro la puerta, siempre significa un adiós violento aclarando mi mente y volviendo a la realidad gris, aburrida sin vida.

martes, 18 de noviembre de 2014

Año 2009. 18 de octubre

Esta podría decirse ser la primera parte de un texto. 
Me acostumbré rápida y fácilmente a tenerte a mi lado, los días eran realmente largos cuando no estabas, y aún más duras las noches.

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El sol despierta y me deja dolida,
llega a la cama a darme escarmiento.
Nos separa un frío viento
que encuentra en nosotros la despedida.
Vuelvo a arroparme y quedarme dormida.
Cálido, a mi lado, emerge tu aliento;
recuerda la noche en mi pensamiento
al chocar contra mí dándome vida.
Tus labios besan los míos con ternura.
rozando mi muslo tu mano ardiente,
olvidando el tiempo que no perdura.
Sin embargo, desesperadamente,
intenta abrirse paso la cordura
que lucha contra este amor, vanamente.

Año. 2009. 5-19 de octubre

Y comienza
la vida, mana;
no espera
avanza.
Impaciente
la atrapa.
Inocente
se escapa.
En el juego
se acaba,
pero el tiempo
no para.
Los amores,
las ganas,
ilusiones…
son vanas.
Es la vida
que salva,
divertida
y larga.

Bastaba
un instante,
bajaba
todo auge.
Llamada.
Se enciende;
se apaga.
Y no entiende
palabras,
se convierten
en nada.
De repente,
se aclara
y en su mente
l

la mata.
Y en su mente
soñaba.
De repente,
lloraba.
Los amigos
no encajan,
no hay olvidos
que valgan.
Previsible,
se calla.
Fue imposible
pararla.

Amanece
cansada
y entristece
el alba.
Todo cayó,
pesaba.
Y ella siguió
vedada.
Él la quería,
allí estaba,
mas no servía
de nada.
La locura
la arrastra;
la cordura
la salva.

Y ya comienza
la vida, mana.
Nada termina
como empezaba.