Me preocupo por preocuparme. Hablar
por hablar y despedirse para despedirse. No parece fácil. Pero en la simpleza
de una palabra va toda una historia abandonada.
lunes, 15 de diciembre de 2014
miércoles, 10 de diciembre de 2014
Año 2014. 9 de diciembre
SEPARACIONES
Las separaciones crueles son como un golpe de agua fría, un choque del meñique contra la pata de la mesa. Duelen al principio y luego desaparece. Solo lloras y preguntas porqué, e imploras respuesta, y nadie sabe contestar, nadie sabe, solo buscas una solución que no existe, buscas una salida que no encuentras, buscas aire para respirar y no hay más que humo, humo de la hoguera que consume tu esperanza.
Asfixia y te tumbas pensando que encontrarías así un poco de tranquilidad. Notas que las lágrimas de impotencia caen por tus mejillas, notas como mojan tus labios temblorosos que con fuerza intentas mantener cerrados. Gritas y solo caen lágrimas que ahogan las fuerzas para buscar respuesta. Ahogan…
Ahora todo se encuentra inmóvil. Ha pasado ya la tormenta, ya arrasó con todo la marea, ya no hay nada en pie y ahora solo queda reconstruir de los escombros.
Las separaciones sencillas son fáciles al principio. Nada parece ir mal, nada que perturbe la tranquilidad, nada parece que pueda romper esta seguridad. Hemos tropezado pero nos hemos levantado, un pequeño bache que hemos superado. Ahora cada uno por su lado. El aire lo controlas, el tiempo parece estar a tu favor, si quieres lluvia, el suelo se moja, si quieres calor, el sol no desaparece. Todo parece tan dócil, todo a tus pies, dispuesto a complacer cada deseo.
El tiempo pasa y el mundo, harto de tu capricho comienza a divertirse a tu costa. Empieza con un simple despertador que no suena, o quizás el fuego de la cocina ha calentado demasiado y ha quemado tu comida. El café no sabe igual. Las cenas empiezan a saber a poco y te limitas un sándwich de jamón y queso, y te sorprendes de que no se quemara y das gracias al pie derecho con el que te levantaste. Empiezas a perder los pies por las nubes, que tapan el sol cuando tienes frío. Te abrigas y sale el sol para arrepentirte inmediatamente.
Sientes que hay un vacío con el que no sientes nada. La seguridad tan sosegada que te invadía ya no está. No logras localizar cuándo despareció, sin rastro. Ese vacío roe por dentro poco a poco, se incrusta en el corazón, va comiendo la cordura, indaga en tu mente, circula por tu cuerpo como si se tratara de algo inocuo que solo quiere conocerte. Lo peor de todo es que lo consigue. Entonces te paras y piensas "¿por qué?”
El veneno entró. Consiguió envenenar la idílica salida triunfal de tu corazón y tu mente, la escapada indolora que se produjo, sin perjuicios futuros, sin secuelas… Al final todo se resuelve en mentiras que te dijiste, que nos dijimos.
miércoles, 19 de noviembre de 2014
Año 2014. 10 de octubre
I
Un fantasma de lo que vi, solo de un
fantasma, que asusta, vas y vienes pero no vuelves, yo solo siento, me siento ciega y solo me
siento.
No le sonrío, no le huelo, no me toca.
Vuela, se desliza por la espalda, hablo
y no me oigo, hablo al aire, no hay aire que responda ante mí, que te responda,
que vaya y vuelva y te traiga en su vuelvo.
Se desliza sin tocar el suelo, se escurre,
soplo no llega, aspiro y suspiro, por lo
que no viene a suspirarme, a respirarme.
II
Salí de la habitación y comprobé que no
necesitaba oxígeno para respirar. Salí a desnudarme. Mi ropa empezó a desvanecerse,
los rayos del sol evaporaban las pocas lágrimas que quedaban. Mi cuerpo se
calentaba con el sol, el aire frío erizaba mi piel, los ojos se entreabrían lentamente
pero el sol los volvía a cerrar.
Elevé mis manos tocando la luz,
escapándose los rayos entre mis dedos. Una brisa un poco más fuerte llega hasta
mí. El frío se entrelazaba con el sol y este viento me adentra en la vida,
entra y penetra por mi cuerpo adueñándose de mí, me lleva y me sube, levito.
Olvido el suelo que ya no piso, olvido la
habitación que me ocultaba y la puerta
que rompí al escaparme. Olvido los fantasmas. Olvido respirar, me olvido hasta de
mi misma.
Año 2013. Diciembre
07/12/13
I
Tengo que decirte que no estoy, llamas a
la puerta y no abro. Escucho el toc toc de tus nudillos, pero estoy tirada en
la cama encerrada entre otros sonidos. No te escucho gritar mi nombre, no te
escucho llorar, no te escucho chillarme, no te escucho ya.
Te dejo una nota por debajo de la
puerta, puedes leer: no estoy en casa.
Y me siento en el suelo esperando
contestación, me siento y suspiro, me inquieta tu respuesta. Tengo miedo de
dejar de escuchar tu voz tras la puerta, dejar de escuchar tus toc-queteos.
Pero un papel entrar en mi habitación.
No entiendo la letra. O más bien no entiendo la expresión. No entiendo la
complicidad de la frase. No entiendo qué significa. Son palabras sin sentido
para mí. Creo que no quiero entenderlo.
De repente el silencio y yo estamos a
solas. No quiere hablar conmigo. Juega con mi sufrimiento, le divierte mi
ignorancia, que se convierte a cada minuto en imprudencia. Una mezcla de
impotencia, imprudencia, intriga, inquietud... todo se suma en mi ser.
07/12/13
II
Sentada en el suelo respiro y suspiro y
aspiro y me dejo caer hacia atrás. Observo el marco de la puerta. Lo sigo hacia
arriba y hacia abajo. La sencillez del marco me produce una envidia enfermiza
que me obsesiona. Oigo pasos hacia derecha y izquierda, y no son los tuyos. No
me lo parece. Me asusta pensar que en un arrebato de deseo y egoísmo rompas contra
ella y se caiga. Me sosiega saber que no tienes fuerzas hoy, no puedes, una
simple puerta te corta el paso, me noto tranquila, ya solo cierro los ojos.
Escucho pasos que se alejan.
Hay otro papel que ha traspasado por
debajo mientras me dejaba aterrorizar en mis pensamientos. No hay nada escrito.
Es un papel en blanco.
Me paralizo como otras veces sin pensar
en lo que pudiste haber escrito. Y lo que no pudiste escribir. En lo que
preferiste no decir. O simplemente que no tenías nada más que decir. Un adiós
es la nada. Y lo es todo. Supongo que es en lo que pensabas mientras rompías de
tu cuaderno esa hoja vacía.
Esa última hoja es el reverso de mi
libro, de tu libro.
08/12/13
III
Sigo esperando tras la puerta cerrada.
La luz de pasillo se ha apagado y no se escucha más que el silencio sepulcral.
Y si, sepulcrada me hallaba sentada sin fuerzas para mirar si realmente no
había nadie. Tenía la esperanza en vano que estuvieras a lo otro lado
esperándome con las mismas esperanzas de un desesperado para abrirte la puerta
como yo de que estuvieras. Ninguna. Pero con miedo de estar equivocados.
Miro a mi alrededor. No sé que estoy
buscando, pero algo. No veo nada que me haga levantarme. Delante sólo tengo la
puerta. Si me muevo de aquí, quizá te vayas. Si me muevo, pasará el tiempo, te
convertirás en un antes y habrá un después. Me gusta este momento, me intento
engañar creyendo que estas ahí sentado esperando. Si me levanto confirmaré tu
ausencia indeseada.
No puedo quedarme aquí parada. Tengo que
moverme. Sin levantar los pies, intento avistar por debajo de la puerta si
reconozco al menos tus zapatos. Nada.
No sé qué hacer. No quiero hacerlo. Me
levanto y pienso otra vez. Me paro a escuchar, no oigo nada. Se me acelera el
pulso y mi respiración disminuye. Trago saliva y tiempo. Un escalofrío me
despierta y mi mano se dirige al pomo.
29/12/13
IV
La luz que se veía por debajo de la
puerta se desvaneció de repente. Creí que te habías ido y usé la valentía que
sentí (o quizás fuera curiosidad) para aclarar mis dudas. Cogí el pomo con
decisión, la que se disipó al escuchar de nuevo mi corazón acelerarse y al no
oír mi respiración. No se que esperaba ver.
Abrí. Mis ojos siguieron el semicírculo
que hacía la puerta en su eje. Poco a poco bajaba la mirada hasta llegar al
suelo y mirar hacia la entrada.
No te encontré. En tu ausencia había una
tapia de piedras estratégica e inoportunamente colocadas bloqueando el paso. No
me dejaba salir corriendo tras de ti. Vuelvo a quedarme sin saber que hacer.
¿construiste tu ese muro?
Lo miro y lo todo, cada piedra, pensando
que quizás cada una de esas es cada trocito metafórico de tu corazón. Es
posible que fuera eso. Bloqueas para no acercarme a ti. Estudio el muro como si
de arquitectura griega se tratara para averiguar cómo derribarlo.
Tiro de una piedra pero no se mueve. Me
propongo insultarlo, ni siquiera vibra. Pedirle por favor que se caía. Sigue
inmutable, impenetrable.
Termino por derrumbarme yo ante él. No
podía deshacer aquel muro. Me arrodillo y sentada sobre mis piernas. Recuerdo
cada palabra que nos dijimos, cada suspiro y cada mirada, cada silencio y cada
espacio carente de letras.
Año 2013. 27 de diciembre
Hoy volvió a mí como un relámpago, como
la tormenta de verano, es un granizo que cayó en tierras áridas que arrasa con
toda esperanza.
Hace tiempo la esperanza vagabundeaba en
estas tierras buscando el manantial rejuveneciendo, un puente donde dejarse
caer, y no desvanecerse con lo poco que pudiera quedarle de vida. Murió.
Hoy volvió su espíritu lánguido. Dónde
estuvo, a dónde fue, hacia dónde intenta deslizarse sutilmente entre los dedos
hoy.
Ha pasado por aquí, ha firmado sentencia
y se ha ido. Final de su bulevar de sueños rotos, trenzados a medio pelo.
AÑO 2013. 27 de noviembre
Subo la manta hasta la nariz, abre una
ventana, aparece una imagen. Ahora subo el volumen. Abre dos ventanas, una
imagen distinta, un sentimiento distinto. Las miradas dicen cosas opuestas, las
dos bocas se alteran, me turban, las confundo.
Me desnudo, en silencio me quedo.
Tranquilidad e inquietud me acompañan a cada lado del salón. Y discuten, vuelen
a enloquecerme con su locura constante, intermitente. Y solo quiero volver a
volver.
Nadie me libera, nadie me paraliza.
Coordino mis pies de plomo con mis alas de pluma. Sobrevuelo los escombros que
dejé y abandoné y que no quiero volver a abrazar.
Inquietud y libertad me da las alas. El
plomo de los pies, la calma y la seguridad del asedio.
Año 2011. 25 de diciembre
Han pasado meses y aun sigo sin poder explicarme, hablarme de
mí misma. ¿Cómo lo hacen aquellos que no pierden a sus musas? o simplemente,
los mejores escriben acerca de la angustia de perderla y lloran tinta en un
papel cuando la pierden.
Solo creo que no está, que se fue y no volvió, me abandonó y me dejó seca, sin sangre y sin vida que recorran mis manos y nos deleiten en un folio en blanco.
Solo creo que no está, que se fue y no volvió, me abandonó y me dejó seca, sin sangre y sin vida que recorran mis manos y nos deleiten en un folio en blanco.
Se fue y sigue perdido, se fue y me perdí siguiendo unas huellas en la orilla del mar, viene una ola y se van con ella, las pisadas continúan adentrándose... Recordé que deje caer la última lágrima por aquí, creo que se me perdió, creo que me la robaron, e insisto en que la encontraré porque aquí tiene que estar, debe estarlo, entre la espuma, era agridulce, es fácil encontrarla, tengo que hacerlo, devolvedme mi lágrima, era mía, la necesito. Si alguien la encuentra, por favor, tráedmela. Mi alma se alimenta de ellas y ya no me quedan más.
Sin más. Sigue sin aparecer, ni mi lágrima ni mi "muso" ni nada que acierte en darme vida, en darme sensación de vivir, vuelvo a no querer, vuelvo a simplemente mirar, sin desear, solo esperar ver. No tengo razones para querer morir, pero lamentablemente, tampoco tengo razones para llorar.
Año 2011 Agosto
¿Por qué escribes?
Escribo para mí, escribo para olvida, para recordar, para no
pensar otra vez, para decidir qué hacer, para preguntarme y responder.
Escribo para días como hoy. Escribo porque así te despido te
instalo en mi cabeza tan fácil como la desmonto. Días como hoy, que me inhundo
por ideas por pasiones que fluyen por mi mano hasta llegas a la tinta de la
pluma y rodaran por el papel como lágrimas por mi mejilla dulcemente amargas.
Después de ser abandonada por mis sentimientos, me siento
redimida, vacía pero no vaciada ni renegada ni desamparada, ni todos esos
adjetivos que suelo sentir antes de escribir.
Viva, me siento con vida y más aún al rellenar este papel en
blanco. Escupir mi historia me da vida, me da a libertad que arrebata el mundo
dogmático y simplemente escribo porque puedo.
Año 2011. Agosto.
El asalto ¿final? ha vuelto. Las deudas caladas esperan desesperadas
y otro pacto quebrado vuelve a estar abandonado en un eterno pesimismo agónico,
no puede evitarlo, los disturbios de moda asolan la tranquilidad rota bajo la
sombra a la espera de poder elegir caerse en otra segunda ocasional aparición,
en otro mundo imposible.
Año 2011. 18 de agsto
A veces dudo y me perjuro no volver a hacerlo. Puro egoísmo
que nace de tu alma, que me ataca en tus palabras, llevaderas convulsiones de
tus pensamientos, atentando contra nuestras esperanzas. Renuevo la razón,
renuevo la inspiración de volver a remendar lo ya hecho sin futuro ni aliento
fulminante que termine esta locura, que nos enloquece en la poca cordura que
pueda quedarnos.
Sin remedio, escupes tus palabras de aislamiento que parecen
revelar la falsedad de todo esto, donde nada fue verdad, donde nada de esto es
cierto y miento si digo que lo entiendo.
Difícil es comprender que pretendes proteger con tanto
prejuicio sin juicio que te envuelve en tu burbuja de plástico sin oxígeno, que
poco a poco ira ahogando la poca lucidez de las palabras que aun te quedan por
decir-me.
Apuestas por la calma que un día mi alma obtuvo y que perdió,
por las oscuras golondrinas que volverán a mi balcón, por tu paz interior que
necesitarás en tus noches más largas. Apuestas que mis lágrimas son de
felicidad o quizás de una triste y solitaria soledad, ¿quién sabe? Quien sabrá
donde se guarda la mentira y la verdad si es un bolsillo o en un cajón del
armario perdido del desván.
Distraído, andas ausente entre mala gente te pierdes y a
veces pareces no volver, simplemente. Querer salir de allí corriendo sin nada
que perder sin nada que decir ni hacer, parece un imposible para ti.
Año 2011. 27 de mayo
Jodidamente
frustrante
Obliga a serlo también
Ensilla con tu talante
Lagunas de pura hiel
Alborota los sentidos
No hay esperanzas en pie
Después se quedan cohibidos
rarezas que pudieron ser,
espíritus tan perdidos
sin saber amanecer.
Larga es la espera
ligada está a su deber.
Orgullo ayuda a su vera
refugio en el que nacer
Está absorto en las rarezas.
Tiritan muy cerca de él
Volando pasa la vida
arraigado en soledad.
Ríe ya que aún vacila,
gritando a la libertad
arrullo de la mentira,
susurro de la verdad.
Año 2011. 27 de mayo
Subiste al altar en el que yo te alcé, subías por una
escalera de cristal que forjaste con sueños, titubeaban inconscientemente,
inocentes, confiadas en algo que no conocía ignorando el verdadero suelo en que
se apoyaban. Pero no te percataste de su frágil delicadeza. Más ausente a cada
escalón, tu corazón solo se sustentó de esos sueños, de esos días que nos
deseamos, o nos sonreímos pero no quisiste ver lo que significaba subir hasta
el final.
Llegaste y nos tambaleamos pero tropezaste con mi torpeza,
perdiste el equilibrio tan fácilmente, y caíste, ahora temes a las alturas. Yo
seguía esperando a que a menos te levantaras. En vez de eso te diste la vuelta
sin mirar a esa escalera como si del golpe hubieras perdido la memoria y nada
recordaras, ninguno de los escalones subidos, ninguno de los minutos vividos,
ni apenas segundos pasaban por tu cabeza.
Año 2011. 25 de mayo
Todo es efímero. Todo llega y desaparece como un suspiro. Viniste
lenta y cuidadosamente a mí, poco a poco te dejaste conocer, poco a poco me
conocías, y cada día te acercabas más. Los dos ignorábamos lo que hoy podemos
recapitular. Nadie se imaginó el punto en el que estábamos. Desaparecidos.
Pasaba el tiempo y cada vez era más apetecible tu compañía en
alta horas de la noche, se convirtieron en nuestras las madrugadas. Cierto era
que mi cuerpo aún pertenecía a otro hombre y mi corazón a otro corazón pero tu
fuego me borraba con cada palabra todo sentimiento e indagaba en mi más
profundo pensamiento para desbaratar, descuartizar, desmoronar cualquier
antiguo recuerdo.
Con miedo asomas la cabeza como siempre has hecho y observas
como serían un futuro tan inesperadamente cercano. La vista hace ver más si se
quiere. Teníamos todo lo que en ese momento deberíamos tener, no más. Quizás
porque no se nos dio más tiempo para tener algo que nos faltaba.
Solo al cruzar las miradas supimos qué podríamos llegar a
tener. Le robaste lo más preciado a un hombre, su amante, la hiciste tuya, dejó
de ser suya mucho antes de saberlo. Solo necesitaste una prueba para saber que
tenías vida, saciar tu sed, conmigo pudiste todo. Me deseabas y me hiciste
tuya. Ahora mi cuerpo y mi alma solo quieren estar donde esa tarde estuvieron.
Desde ese día no he olvidado cada segundo, cada minuto. No
puedo olvidar nada de lo que pasamos. Decidiste ocultarlo y no tenía más
defensa que mi desargumentada negativa. No tenía más explicación de cómo unos
días antes estuve en sus brazos y hoy ya no era de nadie. Quise gritar todo lo
que debió saber. Pero me lo impediste.
Días después, me dejaste susurrar cuanto nos amábamos, eso
tuvo que bastar si lo relevante fue aquella semana.
Él no se dejó vencer por tal postura tan niña y cobarde. Me
venció a mí, a nosotros. Te perdí por un descuido. Algo tan insignificante tuvo
un efecto similar a un tornado. Llegó y con todo arrasó. Ahora solo quedan las
astillas de la casa que construíamos.
Me preguntas cómo pretendo demostraste lo que te extraño si
sustituí tus brazos por los suyos.
Año 2011. 23 de mayo
Anoche estuve contigo, te abracé y me besaste. Me asusté,
creí que era una broma pesada de mis imaginativas pasiones. Me volviste a
acercar y me agarraste fuertemente.
Con desconfianza, te mire a los ojos para ver tu resignación.
Tragaste orgullo y yo vergüenza y nos besamos.
De pronto te soltaste de mi cintura a la que dulce y firme te
aferraste segundos (o quizás minutos, no estoy segura) antes.
Huí. Temí la cruda realidad. Rompí el halo de esperanza que
me rodeaba con una sola mirada de desperdicio tuya.
Huí de ti, de esa mirada y de cualquier abrazo, esos que
antes eran una vida, ahora son cuchilladas.
Cada roce dolía. Huí y corrí. Me escondí inútilmente de ese
sueño. A la vuelta de todas las esquinas estás tú, cada paso que doy es un
avance hacía el muro contra el que me doy. Dijiste hasta nunca, y eso es mucho
tiempo.
Año 2011. 27 de febrero
Tiempo. Esa es la palabra más temida. Cuando ves que te come,
que no te deja ver más allá del minuto que esté pasando, cuando no te deja
planear porque no tienes días donde colocar tus planes.
Eso es lo que sentí yo en aquel instante, vi cómo el tiempo
se lo llevaba, cada vez más lejos de mí. Corría pero no podía alcanzarle, algo
sujetaba mis pies, algo los pegaba al suelo, mi cuerpo estaba inmovilizado como
una estatua petrificada pero mis ojos seguían sus pasos, y aunque quisiera,
tampoco podía llamarle, mi voz se la llevaba el aire en un suspiro suyo. Me
empequeñecía con cada mirada, esa mirada que envuelve en la oscuridad de sus pupilas.
No podía creer que todo en una noche se acababa. Me mirabas, feliz, o al menos
con tu sonrisa, tímida; y con tus ojos, que hablan más que callan cosas que tus
labios encubren con soplos. Cada vez más lejos y yo cada vez deseándote más
cerca. Veía como a cada paso tuyo, la capa que antes no existía, se hacía más
gruesa y opaca, hacía que dejara de verte y, a tu favor, dejar verme tú.
Cuando volví a recordar, me encontraba en un lugar oculto de
todos, su olor estaba rodeándome. Sus manos calientes protegieron las mías,
frías como siempre, durante unas escasas horas; mientras, miradas furtivas se
le escapaban por el rabillo de sus ojos
intensamente nocturnos para observar, exactamente, no sé qué. Mi sonrisa se escondía
en mi interior, sabíamos que una sonrisa no solo significaría una sonrisa
humilde. Sabemos tantas cosas sin decirlo que se nos acaban las palabras y
hablamos banalidades, queriendo evadir conversaciones que algún día tuvimos que
tener y no tendremos.
Felicidad. Es la palabra más necesitada. Y en ese momento la
teníamos, era esencial tenerla entre nosotros. Quizás no era el hecho de estar
juntos. Sentíamos la necesidad de ser felices en ese instante. Una felicidad
que solo se nos dio al compartir nuestros secretos más ocultos a alguien y
confiar en que seguirían siendo secretos.
De repente, llegó la hora y huyes, huyes como si escaparas de
una verdad que saldría a la luz de haberte quedado, pero que sin embargo está
mejor enterrada. Te vas tan corriendo que apenas escucho un “adiós. Me veo
impotente sin poder saber qué piensas realmente, te conozco, por eso sé qué
siempre esconderás algo, siempre guardarás lo más íntimo en tu profundo ser,
sin dejarme nada de eso a mí. Me quedo inquieta, quieta, viendo cómo te
escabulles entre sol y sombra, sol que me deslumbra y la sombra que te cobija,
es tu única defensa.
Asomas la cabeza y cuando notas que alguien te ha visto
vuelves a esconderte, a refugiarte en esa máscara que dices que he roto. Pero
no. Todo en un segundo se esfuma, horas de conversaciones imprudentes,
relevantes, profundas, íntimas, entretenidas... haces que desaparezcan, o peor,
las transformas en una fantasía, en un sueño sin ninguna base.
Te he ofrecido la oportunidad de ser libre, de escapar, andar
hasta donde tus pies aguanten, he intentado llevarte en una dirección, a mi
lado, pero te has equivocado conmigo y ahora te equivocas de camino, te
escurrirás entre maleza, andarás por arenas movedizas y no estaré para
ayudarte.
La felicidad que me
aportabas, la destrozas al dudar, al necesitar tus límites.
Año 2011. 12 de enero
Y resurjo de las cenizas
que terminaron ahogando las penas; y así el alma renueva su vida volviendo a
ser quien creía ser en tiempos de divina falsedad, donde algunos creyeron ser
quienes son y otro prefirieron fingir que no lo sabían.
Año 2010. 13 de diciembre
"Dame tiempo y te daré la vida - le dije a la
muerte. "
Hablando con
unos amigos en clase, a uno de ellos se le ha escapado una frase que he
reformado. Cuando eres pequeño tienes una imaginación impredecible, ganas de
ver mundo y de ser mayor. Cuanto más creces menos ganas tienes de eso y más de
volver a la mágica inocencia que hacía que romper un plato fuera algo gracioso
para tus padres, éramos unos idiotas.
“Cuando tienes 18 años tienes ganas de comerte el
mundo. Pero es ya tarde cuando te das cuenta de que el mundo es una mierda y le
has dado un mordisco.”
La ilusión se
va perdiendo y lo que te queda es la una rutina que asfixia más y más a la vez
que va aumentando la edad.
No sé si esto
que vemos es lo único que nos quedará en realidad, ni sé si esto es solo la
visión futura que me produce el presente. Proyectamos ansias de vivir, sin
embargo, en lo más profundo buscamos felicidad ya que vemos que se nos acaba el
tiempo. Nos quejamos de eso, del tiempo. ¿Cuánto queda? ¿Hemos llegado ya?
¿Cuánto dura el examen? ¿Cuándo nos dan las vacaciones? ¿Cuándo terminan?
¿Cuánto queda de curso?...
Y no nos damos cuenta de que así es cada año, que
si cambian estas frases serán a: ¿cuándo me pagan? ¿Cuándo mis horas libres?
¿Cuándo las vacaciones?
¿No veis que
nos cierra el círculo de vida? Eso es tan evidente para todos que
inconscientemente buscamos una salida, y nadie se quiere dar por aludido cuando
digo que nadie busca a nadie, solo una ‘autofelicidad’.
Año 2010. 12 de diciembre
“Cuando un tonto sigue una vereda... la vereda se
acaba y el tonto sigue."
Hoy he intentado hablar contigo, pero no he podido. Cuando ya me armé de valor, te fuiste.
No sé para qué en realidad, solo quería saber.
Quería saber si me echaste de menos después, y durante cuánto tiempo.
Quería saber si tardaste en olvidarme o si aún me recuerdas.
Hoy he intentado hablar contigo, pero no he podido. Cuando ya me armé de valor, te fuiste.
No sé para qué en realidad, solo quería saber.
Quería saber si me echaste de menos después, y durante cuánto tiempo.
Quería saber si tardaste en olvidarme o si aún me recuerdas.
Quería saber si tienes en la cabeza aún esos recuerdos nuestros, tal y como eran las cosas y no como terminaron.
Así es como lo recuerdo yo, pero me duele recordar cuando empezó el final.
Te llevo arrastrando desde entonces.
Dime si creíste que nuestra amistad no era como las demás.
Dime si creíste que solo por nuestro orgullo se rasgó algo tan duro como el diamante.
O simplemente no digas nada, como siempre.
Año 2010. 19-20 de noviembre
I
Anoche cuando mi novio me llamó borracho a las cuatro de la mañana, me puse a pensar por qué la gente bebe hasta perder el sentido. Los niñatos de hoy menores de 16 y mayores de 10 beben, Fuman y follan como los reyes del lugar, como si fueran los pu(t)ros expertos en la materia, ¡por qué lo hacen? ¿Son tan vacías sus vidas que necesitan alcohol para llenarla? Su vaso está medio vacío y lo rellenan hasta rebosarlo de alcohol. La gente bebe porque uno de los efectos más clásicos es que te inhibe de la realidad, por lo tanto haces cosas que estando sobrio jamás harías. ¿Qué es eso tan importante que bebes para poder hacerlo peo tan irrelevante que siendo consciente de si mismo y de sus actos no se hace? ¿El mundo se ha vuelto tan cobarde? ¿Cuánto más crecemos menos maduros somos? ¿Por qué solo a los niños y a los borrachos se les otorga el honor de sinceridad ante todo? ¿Son dignos de llamarse verdaderamente sinceros? ¿Acaso son ellos los que dirigen el mundo? ¿O los que gobiernan cada país o cada casa?
II
¿Qué llega a hacer pensar a las personas que la
vida no es más que sufrimiento? ¿Cuál es el límite para soportar el dolor? ¿Qué
hacer si sólo queda poder quedar con esa persona odiosa? ¿Hasta qué punto puede
llegar a aguantar el ente en vida?
Año 2010. 22 de septiembre
En algunos momentos de la vida piensas para qué
estás en el mundo. Se te vienen a la cabeza las preguntas existenciales.
Pienso en momentos que más tarde añoras, pero
ahora no le encuentras ningún sentido.
También los momentos que gane el efecto contrario
y sin saber por qué te hacen sentirte la más infeliz, desearías que volvieran
otros tiempos, tu razón te lo implora; pero de verdad se puedes volver a una
historia que se dejó morir por los protagonistas? Dolorosamente me parece que
no creo en la resurrección. Siempre que regrese algo no volverá de la misma
forma en la que se fue, es la ley de la alquimia.
¿Qué te queda cuando lo has perdido todo? ¿A dónde
vas si no tienes hogar donde volver? ¿Con quién andarás si no tienes alma que
se te una?
Cuando crees estar solo, ¿qué has de hacer?
¿Cuándo la vida te da una hostia y sabes que te
mereces dos?
¿Cuándo amas la peor vida que has podido elegir, y
a cada paso que das las espinas te enamoran más?
¿Y si no quieres volver? Implica muchos cambios,
otros cambios que pueden no ayudar, sino que además pueden destrozarte un poco
más, el hecho de intentar volver a cambiar, el dolor de dejar lo que tienes por
poco que sea (siendo valioso como tu vida), además del valor y la fuerza que
tienes que emplear para dejarlo y volver a empezar.
Comprendes que la vida que ahora llevas, el pedazo
de cielo que tienes es tu vida, sabes que por muchas equivocaciones que haya
por medio, ha salido de tu cabeza. No sigues las leyes de nadie, ni de aquel
que creó aquellas que dictan tu felicidad, por las que hasta ahora te has
guiado, sencillamente, dejaste que tu corazón y tu mente hicieran un trato para
contigo mismo. No sé quién manda de los dos y quién se amolda, solo sé que
eligieron entre ellos, no sé quién ganó la disputa. Si estoy aquí, es por
ellos, no creo que haya un plan, solo una idea. El pasado pasó, por mucho que
duela admitirlo si algo de ahora no te gusta, escríbelo, sabrás la razón de su
existencia, sabrás por qué no te agrada, conocerás hasta el fondo y sola te
saldrá la solución.
Año 2010. 23 de marzo
Otra tarde más. Otro día sola. Otro sol sin disfrutar. La luz
entra por la ventana. Miro; el cielo parece abandonado, ni siquiera las nubes:
huyen. La infinidad del cielo no se encuentra y solo el sol lo limita. El día
es perfecto. Pasa una brisa que se cuela en la habitación, es suave y fresca,
pero a la vez tan cálida. La luz que penetra por los cristales me da en la
cara, pero es cariñosa, y su calor solo me acaricia las mejillas, no araña. Mis
ojos se mojan para darle envidia a este día tan tosco. Cierro los ojos pues
solo consigo rencor. Abro los ojos de nuevo, pero sigues sin estar aquí. A
pesar de este día tan agradable y jocoso, tu ausencia lo amarga.
El reloj deja correr sus agujas a la vez que deja escapar el sol
por detrás de los edificios más lejanos. El rosa del atardecer me alcanza y
llega un soplo de aire no tan seductor que ahora me va helando. Cierro la
ventana cerrando así una escapada de mi esperanza y abriendo la ventana de mi
imaginación.
Me pongo a imaginar cómo será el reencuentro. No recuerdo cómo fue
la última vez que te vi. Intento revivir cuándo fue y dónde nos despedimos. No
quiero pensar qué diremos, qué haremos después. Me da miedo hablar contigo,
descubrir qué será de nosotros. ¿Qué pasará más tarde? ¿Estaré contigo mañana?
¿Volveré a verte a mi lado? ¿Estaré arropada por tus brazos o nuevamente, y
siempre, por esa brisa gélida?
Año 2010. 10-11 de enero
El vaso está medio lleno.
Bebamos para que no se colme el vaso.
Bebamos para volvernos más lúcidos,
translúcidos con el tiempo.
Bebamos más y bailemos.
Soñemos danzando entre sueños perdidos.
Soñemos que somos eternos, en vano,
siendo, danzando, bebiendo.
Año 2009. 1 de noviembre
El aroma de tu rosa que dejaba impregnar
la habitación con imágenes de tu cuerpo
se va desvaneciendo,
como los días a tu lado
que rápidamente abandonas, lejos de mí.
Año 2009. 19 de octubre
I
Despertarme por la mañana;
buscar entre las sábanas, a ciegas;
abrir los ojos, medio dormida,
para no encontrar nada;
chocar con la realidad.
Y tu cuerpo, tan cálido,
no está a mi lado.
Es desesperante.
Me da frío.
II
Como creyendo en mis mejores sueños –dormir para despertarme
contigo- me despierto y apago el despertador. Pienso en que me tengo que
levantar. Son las 7:30 y ya es la hora de irse a clase. Me entristezco porque
te dejo ahí, adormilado. Te observo mientras duermes en mis cinco minutos de
ventaja. Te dejo dormir. Me voy vistiendo muy lenta y cuidadosamente sin hacer
ruido. No quiero despertarte. En realidad, no quiero despedirme.
Abandono la habitación mirando como finges dormir y dejo la puerta
entrecerrada; ésta rechina y me río porque te has movido hasta el borde de la
cama. Desayuno pensando en que ojalá te levantes y comas en frente y verte con
miradas inocentes. Pasa el tiempo y no hay suerte; terminará y me iré, cuado
vuelva no estarás.
Son las 7:44. Sigo con mi rutina mañanera. Me cepillo el pelo y
pienso en ti, a dos metros del baño, acostado, semidesnudo, en lo bien que
estaría acompañándote. Un frío látigo recorre mi espalda al mirarme al espejo y
recordar lo que debo hacer.
Ya son las 7:55. Aligero mi aseo matutino y aparezco en mi
habitación de nuevo, esta vez para despedirme. Te doy el beso que te dice adiós
y te das cuenta de que nos vamos a separar ya.
Te levantas tan rápido como tu sueño te lo permite y me acercas a
ti. Torpemente, me haces sentarme, dándote la espalda. Me giras y te acurrucas
en mí. No hay palabras, no hacen falta, solo caricias; es más que suficiente.
Tu aroma se pega en mi ropa y penetra fuerte y dulce por mi nariz.
Sentada en el filo de la cama miro tu cuerpo, lo recuerdo el día anterior,
debajo de mí. Desnudo total. Escalofríos. Recuerdo cada mirada, cada beso, cada
caricia, cada expresión… todo, tantas sensaciones. No quise que acabara. Nunca
quiero.
Pero ya es por la mañana y no hay tiempo para los recuerdos. Ya
no. Son las 7:58 en mi reloj. Se comporta como indeseada señal de despedida. Tu
cabeza está apoyada en mi pecho, descansado. Se acerca a mí cuello, un beso en
la nuca que me estremece. Tus labios rozan mis hombros y quieren ir más allá,
quieren regresar a la noche igual que yo, pero ambos sabemos que no hay tiempo.
Mi mente se escapa. Mis ojos bajan la mirada recorriendo tras mi
mano poco a poco cada parte descubierta de tu cuerpo que la noche anterior con
tanta pasión y desenfreno besé. Cada parte de tu cuerpo que me hace escapar.
Recuerdos. Sólo pensar que doce horas antes estábamos apenas cubiertos con una
fina sábana besándonos, olvidando el tiempo que ahora me ahoga. Se me acelera
el corazón pero tengo una obligación. He de recordarme que tengo que ir a clase.
Respiras a mi lado, tu aliento tan adictivo impide que me vaya. He
de irme. El tiempo se acaba. Son las 8:01 a.m. Me levanto y dejo vacío el hueco
al que te habías amoldado. Te tumbas y te duermes.
martes, 18 de noviembre de 2014
Año 2009. 18 de octubre
Esta podría decirse ser la primera parte de
un texto.
Me acostumbré rápida y fácilmente a tenerte
a mi lado, los días eran realmente largos cuando no estabas, y
aún más duras las noches._________________________________
El sol despierta y me deja dolida,
llega
a la cama a darme escarmiento.
Nos
separa un frío viento
que
encuentra en nosotros la despedida.
Vuelvo
a arroparme y quedarme dormida.
Cálido,
a mi lado, emerge tu aliento;
recuerda
la noche en mi pensamiento
al
chocar contra mí dándome vida.
Tus
labios besan los míos con ternura.
rozando
mi muslo tu mano ardiente,
olvidando
el tiempo que no perdura.
Sin
embargo, desesperadamente,
intenta
abrirse paso la cordura
que
lucha contra este amor, vanamente.
Año. 2009. 5-19 de octubre
Y
comienza
la
vida, mana;
no
espera
avanza.
Impaciente
la
atrapa.
Inocente
se
escapa.
En
el juego
se
acaba,
pero
el tiempo
no
para.
Los
amores,
las
ganas,
ilusiones…
son
vanas.
Es
la vida
que
salva,
divertida
y
larga.
Bastaba
un
instante,
bajaba
todo
auge.
Llamada.
Se
enciende;
se
apaga.
Y
no entiende
palabras,
se
convierten
en
nada.
De
repente,
se
aclara
y
en su mente
l
la
mata.
Y
en su mente
soñaba.
De
repente,
lloraba.
Los
amigos
no
encajan,
no
hay olvidos
que
valgan.
Previsible,
se
calla.
Fue
imposible
pararla.
Amanece
cansada
y
entristece
el
alba.
Todo
cayó,
pesaba.
Y
ella siguió
vedada.
Él
la quería,
allí
estaba,
mas
no servía
de
nada.
La
locura
la
arrastra;
la
cordura
la
salva.
Y
ya comienza
la
vida, mana.
Nada
termina
como empezaba.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)