Anoche estuve contigo, te abracé y me besaste. Me asusté,
creí que era una broma pesada de mis imaginativas pasiones. Me volviste a
acercar y me agarraste fuertemente.
Con desconfianza, te mire a los ojos para ver tu resignación.
Tragaste orgullo y yo vergüenza y nos besamos.
De pronto te soltaste de mi cintura a la que dulce y firme te
aferraste segundos (o quizás minutos, no estoy segura) antes.
Huí. Temí la cruda realidad. Rompí el halo de esperanza que
me rodeaba con una sola mirada de desperdicio tuya.
Huí de ti, de esa mirada y de cualquier abrazo, esos que
antes eran una vida, ahora son cuchilladas.
Cada roce dolía. Huí y corrí. Me escondí inútilmente de ese
sueño. A la vuelta de todas las esquinas estás tú, cada paso que doy es un
avance hacía el muro contra el que me doy. Dijiste hasta nunca, y eso es mucho
tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario