Subo la manta hasta la nariz, abre una
ventana, aparece una imagen. Ahora subo el volumen. Abre dos ventanas, una
imagen distinta, un sentimiento distinto. Las miradas dicen cosas opuestas, las
dos bocas se alteran, me turban, las confundo.
Me desnudo, en silencio me quedo.
Tranquilidad e inquietud me acompañan a cada lado del salón. Y discuten, vuelen
a enloquecerme con su locura constante, intermitente. Y solo quiero volver a
volver.
Nadie me libera, nadie me paraliza.
Coordino mis pies de plomo con mis alas de pluma. Sobrevuelo los escombros que
dejé y abandoné y que no quiero volver a abrazar.
Inquietud y libertad me da las alas. El
plomo de los pies, la calma y la seguridad del asedio.
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