Hay una persona en mi vida con la que comparto esta afición desde siempre,
por que en realidad, no sé cómo ni cuándo empezamos a descubrirnos. Llegamos a
un punto en que ambas queríamos escribir la poesía más larga. a mi se salió
esto. Claramente se nota que quise alargarla lo máximo posible, pero todo sea
por escribir.
PRIMERA PARTE
Hace un año ya
me llevó a un bonito bosque
al cumplir dos años seguidos
sin enfados ni reproches.
me hizo descubrir
un lugar maravilloso
cual tenía en medio un jardín
con el rosal visto más hermoso.
Al ver mi rostro asombrado
la rodilla dobló ante mí
y me dijo las palabras
que quise decidir.
Empezó con la leyenda
del rosal que está encantado
que hagan lo que le hagan
nunca podrán matarlo.
ya que nació del amor
de dos amantes separados
que se amaron locamente
que hasta juntos murieron.
Se dice de una princesa
que se enamoró el equivocado
del hombre humilde y guapo
y el rey quiso matarlo.
Mi novio empezó a contarme
la historia de la princesa
del egoísmo del prometido
y del amor que me muestra.
Pues empieza con la vida,
y como siempre, todo acaba
con la muerte del amante
y la de la sufrida amada.
Fue a una bella joven dama
a la que hizo prisionera
el malicioso, Padre llamaba
por amar quien no debiera.
Tal ofensa no mereció
un castigo tan cruel.
pues la hicieron ser testigo
de cómo a él fue a perder.
vio como el alma del chico
el cuerpo herido abandonó
y ella muriendo detrás
al rey pidió perdón:
“Por favor, querido padre,
su vida aún no os llevéis,
no os llevéis lo que mas amo
solo vos lo salvaréis,
Cuando al amanecer
sin princesa os quedéis.
Pues si el ahora muere
pronto iré con él
porque él vive por mí
y yo sin él no viviré.”
Y gritó con fuerza: “¡Basta!”
pues él no puedo escuchar más.
“Él ya sufrió bastante,
por hoy dejémosle ya”.
Tras las cuerdas desatadas,
dejándolo en el suelo
con el último aliento dijo:
“Este es mi último sueño,
serás mi dulce amada,
no lo olvides jamás
que pocas son las horas
en las que te he llegado a amar.
Tú por mí no te preocupes
que más no voy a sufrir
pues ya sé cuánto me amas
que darías la vida por mí.
Princesita, yo te amaré
hasta sin tenerte aquí,
pero has de comprender
que de este mundo me he de ir”.
Y con lágrimas en los ojos
agarrada de su mano
le dijo ella a él:
“No te vayas todavía
no, que aún te amo
que mis ojos de ahogarán
sin verte noche y día”.
El cuerpo de su amado
de repente se apagó
y su mano prendida
sin fuerza se soltó.
“Mi amor hazme un hueco
porque a la noche estaré contigo”.
Y así la princesa cumplió
lo que esa tarde dijo.
Cuando al amanecer la aclamaron
y nadie contestó
vieron que, en su cuarto,
su princesa se mató.
Un gran charco rodeaba el cadáver
con el puñal en el pecho
que igualmente le mató a él.
Al verla el poderoso rey
también murió al instante
y lo que le dijo ella
lo recordó rápidamente.
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