Me
siento tan libre a tu lado que mis alas, que no me dan abasto para volar, me
ciegan la realidad que duele tanto ver, la que jamás quise ver hasta que mis
ojos se resignaron a mirar; se sintieron cansados, abatidos. Por fin, les hice
ver lo que mis oídos siempre escuchaban bajito y mis labios susurraban muy
alto. Ahora mis ojos solo sirven para llorar, mis oídos para hacerme más
pequeña y mis labios para gritar que te quiero con locura, con todo el corazón
que ya solo lata porque el tuyo lo hace.
Tantas
palabras absurdas que tengo que escuchar cada día. Me doy cuenta de lo esencial
que sería que te enseñara alguna vez esta confesión. Poca gente ha hecho que
decir palabras sea lo útil., quizás por ello no me va la elocuencia oral, sino
la audaz fuerza de mi mano con el lápiz sobre el papel. Por ello es tan
especial que te pudiera decir que me muero por un beso, un abrazo o una sola
mirada tuya.
En
el fondo no son tan necesarias como pueda parecer, pues un par de besos de
felicitación, el abrazo que no quise que acabara o las miradas de un saludo que
hasta ahora he recibido de ti, me han de bastar para mantenerme sin caer hasta
que vuelvas. También pienso que todo eso los tiene ella y que jamás le
faltarán.
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