Ya no
escribo. Ya sólo ensucio el papel con palabras inadecuadas que insisten ser
algo, pretendiendo así, escribir lo que ya no recuerdo, intentando que te
gusten, aunque nunca las leerás (penoso pensamiento: escribir cartas a quien no
las recibirá), igual que mis sentimientos. Sabes que aquí plasmo mis sentidos.
Pero, ¿a quién le importa? ¿A ti? ¿Qué significado le das tú? ¿Qué importancia
le das? ¿Y yo? ¿Acaso más que a ti? ¿Quizás menos?
Ya no sé a
qué me encarcelo, o si son las mismas las palabras, estas que no escribo, las
que se encarcelan y se hacen reja ante mí, ante ti. No sé si me aferro a ti, o
en cambio, al escribir, tú me encierras, me aterra el salir y no escribir (te).
Estoy tan
acomodada en tu sonrisa que sólo quiero asomarme por tus ventanas verdes y,
desde tu azotea, tan oscura, ver el fin de día, acunada en tu voz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario