Eres al único que no
me da miedo llamar cuando quiero ser sincera de verdad. Te llamo porque me río
contigo, me desahogo contigo aunque luego te odie por decirme algunas cosas
pero nunca puedo enfadarme contigo porque no me gusta. Te llamé porque estaba a
punto de llorar por segunda vez hoy. Estoy tan confundida y asustada... No sé
qué hacer ni que futuro tiene el camino que llevo. Yo manejo mi vida, pero me
da la impresión de que cada paso que doy es más erróneo que el anterior, voy
con miedo. Por eso no sé lo que me pasa, porque estoy haciendo lo que quiero
pero creo que todo o que hago esta mal.
Es una contradicción.
Se supone que lo que se quiere está bien, es lo adecuado. Por lo tanto, se hace
o que se quiere. Pero, ¿qué ocurre cuando lo que se hace está mal? Entonces.
¿lo que se quiere es lo incorrecto? ¿Se sabe alguna vez cuándo se está haciendo
bien? ¿Y si en esos momentos odias o que haces? ¿Odias quien eres? ¿Odias tu
vida? Por muy correcto que sea, lo odias. ¿Alguien está seguro de lo que hace?
¿O todas las actuaciones están hechas en base a meras suposiciones?
A menudo, muchos se
equivocan al pensar que lo que hacen está bien y además es lo que quieren. Pero
cuando pasa el tiempo y se dan cuenta del error tan profundo que le ha
trasbordado al presente, error que cometieron al hacer lo que querían, ¿que
pensaremos? Por una parte te sientes avergonzado, por ser tan estúpido de
haberte equivocado. Aunque se sepa el dicho “las personas no somos perfectas y
nos equivocamos” no te perdonas esos fallos porque sabes que estando en esa
situación, desde otra perspectiva, mirando objetivamente, siendo cualquier otra
persona menos tu yo de ese momento, sí hubieras actuado con la sensatez,
racionalidad, madurez y seguridad en tí que te caracteriza. Sin embargo, y a
nuestras cosas. Y no digo que se acierte con la respuesta pero sí está en
nuestra mano responder.
El azar es como una
persona más. Si la llenas de responsabilidades se puede asfixiar y, a falta de
oxígeno, equivocarse. Pero al Azar no le puedes reprochar nada. A palabra más
válida la teneos nosotros, pero si en nuestro turno, abandonamos la partida, le
toca jugar al Azar. Aquí es cuando de verdad empiezan los problemas. Como Azar
que se llama, no piensa las cosas, las responsabilidades no le gustan y menos
las que le obligan a cargar. Asique hace o que le vienen en gana con nuestras
vidas y si no tienes otra opción. Acarreas con las consecuencias y para
delante. Desechaste tu turno en la partida y se lo cediste al Azar, momento que
se adueña de tu vida y te impone sus normas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario